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martes, 17 de julio de 2012

El peligro, no lo es

No son las olas del mar las que mueven mi furor.
Tampoco pienso que las nubes me encausan a la ansiedad de mi alma.
El temor invade el cuerpo y el tiempo no se encarga de su partida.
No es el milagro de mi vida el querer ser parte de un milisegundo
encajonado en el milímetro de un espacio que comparto
con tu penetrante arrogancia.

El peligro de las causas no lo es más que sufrir de las consecuencias.
¿Y no es eso lo que trae la felicidad?

Vivir por vivir, no lo es.
Ocupo una migaja de tu existencia,
Respiro tus impurezas en un lugar oscuro mientras
mientras huyo del tiempo,
Pero esto no es vida, no lo es.

¿Quién me presta un cajón para guardar mi pensamiento?
Hablo de ese que te tumba y te desprecia,
cuando mi mente se vuelve vil y mentirosa,
y te quiere desentrañar.

¡Qué bella es tu mirada!
No lo es mientras admirás mi impertinencia.
Quisiera guardarte entre el razocinio y la vagancia
y desecharte,
y desecharte en el primer intento impulsivo de seguir adelante.
En el peligro de guardar mi vida ante la soledad y el fracaso.

Es por eso que no quiero quedarme oliendo el veneno de tu esencia.
Es un ínfimo miedo, pero ya no lo es.
Los matices de la vereda de tu alma guardan dulzura,
pero no lo son ya para mí.

No me mates con la compasión de mi mediocridad,
mi estancamiento es tu locura.
El fetiche de la agonía de mi alma.

Buscate otro mendigo de placer,
otro adicto de tu aprobación.
Soy un ser de las llamas, que se consume con su propio plasma
No busqués lo que arde, sino lo que se apaga.
Pero cuidado con tus manos al tocarme,
mi ardor será tu muerte,
porque este fuego refulgente,
para vos,
no lo es.

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